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Prensa / Premsa / Press / Presse 1997

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El Periódico

UN GENTLEMAN EN LA PRADERA

Caminad malditos, caminad

HEMOS ALCANZADO NUESTRA velocidad de crucero, el recinto del festival está prácticamente completo, y llevamos tiradas muchas millas, pasadas ya bastantes horas. El dios de la lluvia se ha apiadado de nosotros. Con la llegada del buen tiempo hace un sol que rompe las piedras, han aparecido los primeros biquinis, que han producido algunos rugidos de la marabunta. Ante este estado de cosas, un colega del gentleman, avezado en estas lides, ha señalado: "Chaval, el rock and roll tiene estas cosas", para sentenciar con cara de resignación, "pero ellas lo saben".

Vamos sin rumbo fijo, de un lado para otro, deambulando a lo largo y ancho de ochenta hectáreas. La cancelación de actuaciones, los cambios imprevistos y los retrasos inacabables, sin explicación alguna --amén del convencimiento generalizado de que lo mejor del festival, la actuación de Rage Against The Machine, ya se ha producido--, aumentan la sensación de abandono y orfandad.

Parecemos almas en pena, una cuerda de presidiarios que purgamos nuestro delito, arrastrando los pies como si fueran una pesada carga, una bola de hierro encadenada al tobillo. Para darnos ánimos, los unos a los otros, todos llevamos escrita en la mirada una consigna: "No pares, no pares, sigue, sigue, no pares".

Estamos aburridos, esperando que salga a actuar una señora con una guitarra y en el escenario aparece un grupo de simpáticos músicos negros, con trajes chillones y deslumbrantes zapatillas deportivas, de color blanco.

Por fin alguien tiene una idea, toma una decisión, "¡a Texas, a Texas!", grita una voz anónima. No se trata, claro está, del estado sudista de la Unión.

Inmediatamente llega la explicación: "¡a Texas, a Texas, a Texas por la tía!". No es un murmullo, ni un rumor, es algo más, es una voz imperativa. Todos obedientes, como un solo hombre nos apresuramos a cruzar la distancia que ya parece, a estas horas, como insalvable.

De un sitio para otro, atravesando esta especie de rara mezcla de entoldado de fiesta mayor de pueblo, como aquella plaza del Universo de la Feria de Muestras de mi infancia, repleta de chiringuitos de ocadillos. Una combinación surrealista entre Port Aventura y el pretendido exotismo del zoco de Marrakech. Aquí podemos encontrar casi de todo, excepto periódicos. Desde comida coreana o libanesa hasta los servicios del mismísimo peluquero Llongueras; desde la camiseta del grupo preferido hasta preservativos norteamericanos; incluso pueden adquirirse productos que no son ningún buen ejemplo para los niños.

Parecemos juguetes rotos tratando de acariciar el sueño. En la noche retumba, hasta las ocho en punto de la mañana, la música bakalao, "chumba, chumba, chumba...". Lo hace con la misma armonía melodiosa que lo haría una antigua máquina cosechadora averiada, "chumba, chumba, chumba...".

Desde la pradera. MANUEL TRALLERO

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